Aspectos de calidad del fruto en diferentes tipos de melón.
La aplicación foliar de nutrientes en melón, Cucumis melo L., es una herramienta de manejo utilizada para suministrar nutrientes que el suelo es incapaz de proporcionarle a la planta, o bien, aun estando presentes en el suelo, no pueden ser asimilados por bloqueo o antagonismo entre cationes como el Ca, Mg y K. Algunos compuestos pueden incrementar el área foliar y con ello propiciar mayor capacidad de síntesis; otros como el ácido salicílico pueden tener un efecto favorable, después de una condición estresante; la aspersión de fosfatos 0.1 M, puede funcionar como nutricional y fungicida.
En el cultivo del melón, las necesidades de agua y abono de la planta difieren en función de su estado fenológico; de hecho la máxima extracción de agua y nutrientes ocurre justo después de la floración. Un ligero estrés hídrico en este estado facilitará el “enganche” de las flores recién cuajadas. El fósforo es importante desde la etapa de desarrollo radicular hasta la floración siendo conveniente riegos cortos y frecuentes. Desde la floración hasta el cuajado se ha de controlar el aporte de nitrógeno para evitar el desarrollo vegetativo excesivo y los riegos han de ser cortos y regulares. Y desde el cuajado hasta su total desarrollo aumenta la demanda de agua y nutrientes debiendo ser los riegos uniformes y abundantes. Pero desde esa etapa hasta la maduración disminuyen las necesidades de agua y nutrientes. Los riegos serán más espaciados y cortos. Se prestará especial atención al potasio que mejora la calidad del fruto y se evitará el exceso de nitrógeno.
La falta de nitrógeno puede provocar un 25% menos de crecimiento total de la planta, aunque el resto de los nutrientes estén bien. También afecta a la relación parte aérea/raíz. La reducción de esta relación puede llevar a un 40 – 45% de reducción de la parte aérea que lleva a un menor número de hojas y superficie foliar y también a una disminución del 30% de la raíz. Niveles bajos de fósforo y altos en nitrógeno en la floración y fecundación puede originar hasta un 70% de reducción del potencial de floración y una considerable disminución del número de frutos fecundados.
En otros cultivos como el maíz, la aplicación de P, K y B vía follaje puede incrementar el crecimiento, o corregir deficiencias micronutrimentales en arroz, causadas por antagonismos nutricionales en el suelo; la aspersión foliar de compuestos hormonales como ciertos aminoles, en pimiento incrementan la productividad y el crecimiento radicular, y en uva de mesa, estimulan el crecimiento de brotes, el área foliar y la tasa fotosintética. Sin embargo, en melón fertirrigado las aplicaciones de diferentes compuestos nutricionales, minerales, orgánicos, hormonales y activadores del metabolismo, tanto de aplicación foliar como al suelo, no se han documentado y se carece de información actualizada del efecto de estos productos en el desempeño agronómico del cultivo, en la calidad y rendimiento de fruto, en el contenido nutricional foliar o en savia y la mayor densidad radical o de follaje.
Dada la gran variabilidad de tipos de frutos de melón que se consumen y sus distintos usos, es imposible establecer unos parámetros uniformes de calidad aplicables a toda la especie. Los melones flexuosus, que se consumen inmaduros en ensaladas, no pueden tener los mismos criterios de calidad que un cantalupensis, que se toma maduro y como postre. De cada tipo de melón el consumidor reclama un aroma, un tamaño, un sabor diferente. Además, la información que se dispone de todos los aspectos de calidad en los diferentes tipos de melón y sus fuentes de germoplasma es bastante limitada, por lo que es necesario desarrollar muchos más proyectos de caracterización de los recursos disponibles. Sólo recientemente están apareciendo en la literatura científica resultados interesantes en aspecto externo e interno del fruto, aromas y azúcares.
Forma del fruto y acumulación de azúcares
La calidad de los frutos de melón está relacionada con el alto nivel de azúcares internos y el buen sabor. Es así que la dulzura es una característica de la calidad que define la aceptabilidad por parte de los consumidores. En general todas las variedades de melones presentan un patrón similar de acumulación de azúcares, con un rápido incremento conforme el fruto alcanza su tamaño final.
Aunque en las hojas principalmente se sintetizan rafinosa y estaquiosa, es la sacarosa derivada de las primeras el principal azúcar acumulado en los frutos. De esta manera, el 97% de sólidos solubles totales en el fruto de melón son azúcares solubles, de los cuales el 50% es sacarosa. Tanto en los frutos cosechados prematuramente, como en situaciones donde el desarrollo de los mismos ocurre en condiciones de menores tasas foto-sintéticas, se observó una menor acumulación de azúcares, no incrementándose luego de la cosecha. En melón existen importantes diferencias entre las variedades respecto a este componente de la calidad, aunque varios factores de precosecha influyen en el grado de su expresión. La radiación solar y la temperatura en particular tienen una significativa influencia sobre la acumulación de azúcares en los frutos. No obstante, bajo condiciones normales de producción, es difícil atribuir el efecto a cada factor individualmente.
La forma del fruto también es un carácter muy importante desde el punto de vista del consumidor, ya que busca melones con formas características: los Galia y Cantaloup deben ser redondeados y los Piel de Sapo ovalados, pero no demasiado alargados. Por otra parte, las formas redondeadas facilitan el transporte y almacenamiento y son menos susceptibles a recibir golpes durante su manejo.
La piel del melón puede ser lisa, reticulada o escriturada. Cada fenotipo de este carácter es demandado de forma muy diferente según los distintos mercados. El consumidor considera Piel de Sapo de calidad aquel que muestre un escriturado muy marcado, pero no en forma de red; además, es siempre preferible un fruto longitudinal.
La concentración de azúcares, junto con los ácidos orgánicos y los componentes aromáticos, es un criterio fundamental determinante de la calidad sensorial de los frutos de melón, siendo un objetivo siempre presente en los planes de mejora de especie. Es un carácter complicado de difícil estudio, y la interacción genotipo x ambiente es tanto o más importante como los efectos de los factores ambientales y genéticos por separado.
Características morfológicas básicas de las cucurbitáceas y aroma del fruto
El aroma de los melones se debe a una mezcla compleja de productos volátiles, la mayoría ésteres y en menor medida derivados azufrados, aldehídos, alcoholes, etc. Todos ellos están considerados como contribuidores del aroma del melón, pero ningún compuesto específico parece ser clave en su aroma. La composición, contenido y acumulación de aromas varían drásticamente entre variedades climatéricas y no climatéricas, consecuencia directa de la síntesis de etileno.
El melón pertenece a la familia Cucurbitaceae, de plantas frecuentemente rastreras o trepadoras, con zarcillos caulinares simples o multífidos. Esta familia comprende unas 750 especies, distribuidas en 90 géneros, la mayoría de ellos situados en regiones cálidas, y más específicamente en regiones tropicales y subtropicales. De esas 750 especies, sólo 30 son plantas cultivadas, entre ellas la sandía, género Citrullus, el pepino, género Cucumis, la calabaza y el calabacín, género Cucurbita.
El género Cucumis fue establecido por Linneo en “Species Plantarum”, 1753, y en “Genera Plantarum” , 1754. Desde entonces, ha habido muchos estudios taxonómicos sobre el género, entre los más relevantes, aquellos llevados a cabo por Naudin, 1859, y Coignaux, 1881. Comprende 32 especies, algunas de ellas cultivables, siendo el melón y el pepino los cultivos más relevantes. El resto son especies silvestres africanas. Su taxonomía ha sido siempre muy compleja, y ha sido varias veces revisada.
La palabra melón procede del francés, cuyo origen fue del vocablo latino melopepo, significa “fruta con forma de manzana”, refiriéndose a los primeros melones, silvestres, muy pequeños, muy parecidos a esta fruta. Las características morfológicas básicas de este género son los zarcillos simples y las hojas enteras o palmatilobuladas. Flores unisexuales, monoicas o dioicas, o hermafroditas –en plantas andromonoicas–. Las flores femeninas son solitarias y las masculinas solitarias o en racimos. Cáliz campanulado o turbinado con cinco lóbulos filiformes. Corola amarilla, rotácea o campanulada, con cinco pétalos enteros. Tres estambres, con anteras que poseen el conectivo prolongado, dos de ellas bitecas y una monoteca. Tres estaminodios, setiformes, en las flores femeninas. Ovario piloso con 3-5 placentas pluriovuladas. Estigma trilobulado. Fruto en pepónide globulosa o alargada en la mayoría de los casos indehiscente.
Estudios morfológicos y moleculares se han unido en varias ocasiones, con el fin de estudiar los factores genéticos responsables del tamaño del fruto
El cultivo del melón remueve cantidades considerables de nutrientes del suelo
El contenido de azúcares en el fruto es un rasgo multigénico afectado por el ambiente.
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