FACTORES MEDIOAMBIENTALES QUE PUEDEN DETERMINAR SU POTENCIAL PRODUCTIVO. AGUACATE

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Factores medioambientales que pueden

determinar su potencial productivo.

AGUACATE.

El aguacate, Persea americana, puede producirse en México durante prácticamente todo el año, generando los mayores volúmenes de septiembre a diciembre y los menores volúmenes de abril a junio. La especie se caracteriza por tener un crecimiento rítmico monopodial, es decir, con un crecimiento de una yema vegetativa terminal del eje central de cada brote que permanece y continúa su desarrollo año tras año, y es un ejemplo del modelo arquitectónico de Rauh, uno de los más frecuentes de las zonas templadas y tropicales.

El tronco forma ramas que son morfogenéticamente idénticas al tronco y las flores se originan lateralmente sin tener un efecto sobre el crecimiento de los brotes, aunque en algunos brotes existen flores en posición terminal, siendo el crecimiento subsecuentemente simpodial. Los brotes son los elementos más pequeños de este modelo arquitectónico, presentan un patrón de crecimiento predeterminado y se pueden formar por prolepsis o silepsis. El predominio relativo de prolepsis y silepsis es establecido por la interacción entre la dominancia apical y la acrotonía. Esta interacción parece estar genéticamente determinada y refleja diferencias en la forma de los árboles entre los distintos cultivares. Las yemas pueden ser axilares o apicales. El árbol crece principalmente desde las yemas apicales, debido a que las yemas axilares se desprenden o permanecen en estado latente.

El vigor del crecimiento completo del árbol y la producción de fruta dependen del tiempo y extensión de los eventos fenológicos, lo cual está bajo el control de la disponibilidad de carbono y energía y de su distribución en respuesta a las condiciones medioambientales. Las hojas requieren alrededor de 40 días desde el desborre hasta la transición de sumidero a fuente. Durante este período pueden competir por fotoasimilados con los frutos en desarrollo.

El aguacate a lo largo del año puede tener uno o más ciclos vegetativos seguidos de un periodo de crecimiento radicular. Las raíces comienzan su crecimiento cuando el primer crecimiento vegetativo comienza a declinar. Posteriormente, comienza un segundo periodo de crecimiento vegetativo, restableciéndose de esta manera el equilibrio entre una fase de crecimiento radicular y otra vegetativa.

Las flores del aguacate están dispuestas en panículas que se forman en la parte terminal de las ramas. Las inflorescencias del aguacate pueden ser de dos tipos: determinadas, en las que el meristemo del eje primario forma una flor terminal, e indeterminadas, en las que se forma una yema en el ápice del eje primario de la panícula que continúa con el crecimiento de un brote.

El aguacate presenta dicogamia protogínea, esto es, una maduración a destiempo de los órganos masculinos y femeninos. Cuando el estigma está receptivo las anteras no liberan polen, o cuando no lo está se produce la liberación de polen. En este sentido, los cultivares de aguacate se clasifican en dos grupos: A y B. Las flores de los cultivares tipo A actúan como flores femeninas por la mañana y como masculinas la tarde del día siguiente. Por el contrario, las flores de las variedades tipo B actúan como femeninas por la tarde y como masculinas a la mañana siguiente.

Este comportamiento de la flor del aguacate, sin embargo, se encuentra regulado por la temperatura ambiente. Cuando la temperatura diurna es de 25° C y por la noche no desciende de los 16° C, la flor se comporta como se describe anteriormente. Con días nublados o fríos, situación para la que la temperatura se mantiene por debajo de los 21° C, el comportamiento floral por la mañana es exactamente el inverso, el polen es liberado por la mañana y la parte femenina se presenta por la tarde.

Son 13 estados fenológicos dentro de la fenología de las especies arbustivas, repartidos en tres períodos: 5 estados para la fase vegetativa, 5 estados para la floración y 3 estados de fructificación. Sin embargo, dicha escala gráfica no clarifica la evolución de dichos estados y excluye el proceso dicógamo de la floración del aguacate. En el aguacate una escala macroscópica y microscópica de 11 estados desde la yema cerrada hasta la antesis de la flor. Esta escala relaciona el aspecto externo de las yemas con el grado de desarrollo del meristemo floral, pero tampoco refleja la evolución, en este caso, de los estados femenino y masculino de la flor, ni los estados de fruto cuajado.

Influencia de la radiación y estrés hídrico

En las plantas leñosas que crecen de forma natural, la radiación y el estrés hídrico son, comúnmente, los factores ambientales que tienen un mayor impacto. En los árboles frutales domesticados, sin embargo, la temperatura es también un factor decisivo ya que su cultivo se extiende, a menudo, a medios más hostiles que los de su desarrollo natural. El aguacate crece principalmente en tres zonas climáticas: climas fríos, semiáridos, con lluvias predominantes en invierno, típicos de lugares como California, Chile e Israel; climas subtropicales húmedos con lluvias predominantes en verano, típicas del este de Australia, México y Sud África, y climas tropicales y semitropicales con lluvias predominantes en verano, como en Brasil, Florida e Indonesia.

Está dividido, además, en tres razas ecológicas: Mexicana, Guatemalteca y Antillana. Los cultivares dentro de cada raza presentan, generalmente, respuestas similares a las condiciones climáticas y también edáficas. Sin embargo, hay diferencias entre las razas y entre cultivares respecto a su adaptabilidad a las condiciones ambientales, como es el caso del cv. ´Hass`, híbrido entre la raza Mexicana y Guatemalteca, que presenta características intermedias entre ambas. A grandes rasgos, las condiciones ideales de temperatura para esta especie están en torno a los 25-30° C para las diurnas, y entre 15 y 20° C para las nocturnas. Las temperaturas por encima de los 36° C causan serios daños, particularmente en la fecundación y el cuajado, siendo importante que ocurra un período de frío –alrededor de 10° C– en invierno para estimular la inducción floral.

La actividad fotosintética es un indicador del crecimiento y la productividad de un cultivo. En efecto, el crecimiento y la producción dependen marcadamente del reparto de carbohidratos. Aumentar la producción en especies subtropicales de fructificación poliaxial terminal, como es el caso del aguacate, plantea un desafío para el manejo agronómico, ya que el árbol presenta una tendencia natural al crecimiento vegetativo que resulta en una mayor asignación de materia seca a éste en detrimento del desarrollo de órganos reproductivos.

Factores medioambientales tales como la luz, temperatura y concentración de CO2, afectan la fotosíntesis, la respiración y el reparto de carbohidratos. Así, árboles de aguacate sin fruto sometidos durante 6 meses a una atmósfera enriquecida con CO2, incrementaron la producción de materia seca, principalmente en las raíces. La disponibilidad de luz incidente es el factor que, probablemente, ejerce la mayor influencia sobre la fotosíntesis en un huerto frutal. En el aguacate, hacia el final del crecimiento de brotes en primavera, la transmisión de luz hacia la zona de fructificación se reduce a un 40% respecto de a plena iluminación, y a distancias de 0.5 y 1.0 m dentro de la copa desde la zona de fructificación, ésta se reduce a 14% y 10%, respectivamente. Hacia finales del crecimiento de brotes de verano, la transmisión de la luz a la zona de fructificación con plena iluminación ha disminuido a un 13%, y en los puntos internos (0.5 y 1.0 m) a 9.7% y 6.3%, respectivamente.

La intensidad y duración de la iluminación son factores determinantes de la floración, y es de amplio conocimiento que la floración y Introducción General 13 fructificación son menos abundantes a la sombra que bajo plena luz. Cuando la iluminación es baja, respecto de sus requerimientos, el crecimiento vegetativo se reduce, tanto en número como en longitud de los brotes, así como en el tamaño de las hojas, resultando en un menor desarrollo del árbol y una menor actividad fotosintética. Ello provoca diferencias de crecimiento entre las zonas sombreadas y soleadas de un árbol. Así, las partes altas de la planta tienden a formar copas aparasoladas debido a una falta de renovación del material vegetativo que debería originarse desde las partes internas del árbol.

De este modo, en el interior del árbol se originan numerosas ramificaciones y la densidad de ramillas exteriores reduce la iluminación, por tanto, la floración en su interior; sólo la parte exterior de la copa con iluminación adecuada presenta floración satisfactoria. En las hojas de la mayor parte de las especies el máximo de actividad fotosintética se alcanza con intensidades lumínicas muy por debajo de la luz solar. Investigaciones previas demuestran que en el manzano muchas de las hojas interiores reciben tan sólo el 1%, o menos, de la luz solar que reciben las de la periferia; es decir, aún bajo luz solar plena, muchas de las hojas (interiores) de esta especie no sintetizan a su capacidad máxima.

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