Influencia del clima y enfermedades sobre la producción y calidad del fruto.
PIÑA.
Planta herbácea perenne, Ananas comosus es la única especie de importancia comercial como frutal dentro de la gran familia Bromeliácea. Pertenece al género Ananas, el cual junto con el Pseudoananas, se distingue dentro de la misma familia porque el fruto es un sincarpio.
Las principales variedades de piña se clasifican en cinco grupos de acuerdo con sus hábitos de crecimiento, la forma de la fruta, las características de la pulpa y la morfología de las hojas. Se han propagado por todo el mundo en función de su capacidad de adaptación a las condiciones climáticas locales. Siendo una planta poco exigente en agua, es productiva en las regiones en las que las precipitaciones se reparten bien durante el año; se considera óptimo una precipitación de 1200 a 1500 mm. Aunque la piña ofrece resistencia a la sequía se puede alargar el ciclo vegetativo si la época seca se presenta en las primeras etapas del cultivo. Si la época seca coincide con el período de diferenciación floral, las consecuencias se ven en el tamaño del fruto. En el caso contrario, las lluvias en exceso pueden también perjudicar el desarrollo vegetativo por asfixia en las raíces e intensificación de hongos y nematodos, así como una pulpa más frágil y vulnerable al ataque de enfermedades.
Entre las enfermedades a las cuales el cultivo de la piña suele ser susceptible, la más destacada es la Phytophthora, la cual es de origen fúngico que ataca a la planta y a la fruta, altera las raíces y se propaga a las hojas que pasan de verde a amarillo y luego a un rosa rojizo. Su forma se modifica, se arquea y su extremidad se dobla hacia el suelo. La podredumbre también puede alcanzar el corazón de la planta, la inflorescencia e incluso la fruta joven. Existen varios tipos de hongos patógenos responsables de la infestación y del debilitamiento de la planta y de la fruta. Los suelos más ácidos parecen ser menos favorables para el desarrollo de estos patógenos. Éstos proliferan en un medio húmedo, principalmente en suelos mal drenados. Se puede optar por luchar contra la enfermedad de forma química utilizando un fungicida de contacto o sistémico.
La marchitez de la piña es a su vez ocasionada por un virus y se relaciona con la alimentación de las cochinillas. Esta enfermedad afecta a las raíces y hojas, que cambian progresivamente de color, se marchitan, pasan a ser beige o presentan machas amarillentas. El debilitamiento de la planta conlleva una bajada del rendimiento que puede alcanzar el 50 %. Se puede optar por una lucha biológica con algunas variedades de cochinillas. La lucha química contra las cochinillas, vectores de las infestaciones, también suele utilizarse. También es recomendable limpiar las parcelas, evacuar cualquier resto vegetal propicio al desarrollo de insectos vectores, control efectivo de malezas o desinfectar el material vegetal de plantación.
La piña es una planta herbácea de 1 a 1.5 metros de extensión, tanto a lo alto como en lo que a su circunferencia se refiere. Está formada por una roseta de hojas duras, lanceoladas y más o menos espinosas, organizadas alrededor de un tallo que constituye el eje de la planta. En su prolongación crece un ápice en cuyo extremo nace la fruta terminada en una corona. La inflorescencia es racimosa y puede producir más de cien flores. De hecho, la fruta está formada por el conjunto de flores que crecen alrededor del ápice que, a partir de ahí, constituye el tallo de la fruta del pedúnculo hasta la corona. Cada flor origina una fruta independiente organizada en espiral alrededor del tallo. Estas frutas se fusionan durante la fructificación hasta originar la piña.
La piña produce pocas semillas, por lo que su reproducción, sobre todo en plantaciones de tipo industrial, se efectúa a partir de los retoños producidos por la planta tras la fructificación. Sin embargo, este proceso es progresivamente suplantado pero el empleo de vitroplantas que permite que el agricultor no esté limitado en material vegetal y favorece la homogeneidad de los cultivos.
Aspectos importantes en la plantación y cuidado del cultivo
La piña es una planta herbácea perenne con un sistema radicular superficial. Su reproducción se realiza por vía vegetativa. Los retoños o bulbillos producidos por la planta tras la fructificación, sirven para las nuevas plantaciones. Las coronas también pueden utilizarse, pero este procedimiento es más lento y menos productivo. Aunque en estado natural la piña puede producir varias frutas en los sucesivos ciclos de producción, la producción industrial necesita, por su parte, la plantación de un nuevo material vegetal después de cada ciclo. Dependiendo de las condiciones climáticas y las variedades, se extiende en promedio, de 14 a 20 meses a lo largo de tres etapas: la plantación de los retoños y su crecimiento, de 6 a 7 meses; la floración hasta la recolección, de 5 a 6 meses; la producción de retoños para nuevas plantaciones, de 3 a 6 meses).
La condición esencial para su cultivo es la temperatura: no puede ser inferior a aproximadamente 25° C para garantizar un crecimiento normal de la planta y su fructificación. Sus necesidades de agua son moderadas, lo que explica que las plantaciones estén repartidas en las zonas intertropicales. No obstante, es preferible que cuente con una aportación regular de agua para su buen desarrollo. La piña prefiere las zonas de poca duración diurna, con una débil variación de las temperaturas diurnas y nocturnas. Teniendo en cuenta su débil sistema radicular, la piña prolifera mejor en suelos ligeros, airados y bien drenados, con un pH de 4.5 a 5.5. Aunque se trata de una planta poco exigente, la piña necesita fertilizantes para garantizar una buena producción de frutas.
La piña se suele plantar en caballones o platabandas poco elevadas que favorecen el drenaje y las operaciones de plantación. En algunos casos, los caballones se cubren con plásticos de polietileno que ayudan al desarrollo de las raíces mediante una subida de la temperatura del suelo, limitan los daños ocasionados por las precipitaciones y reducen la proliferación de malas hierbas. Sin embargo, este método es costoso, produce numerosos residuos de materias sintéticas y crea condiciones favorables para el desarrollo de plagas, etc.
Las plantas se suelen colocar en dos o tres hileras paralelas alternadas en cada caballón. La separación de las plantas es de una media de 25 a 30 cm y la de las hileras de aproximadamente 80 cm. Estos datos son sólo medias que pueden diferir según la densidad de la plantación, que puede varias de 50 000 a 70 000 plantas / hectárea.
La densidad de la plantación es uno de los parámetros que influyen en el desarrollo de la planta y en el tamaño de la fruta. Se privilegiará las densidades débiles en zonas de poco sol, mientras que en zonas con mucho sol son recomendables las densidades fuertes. Teniendo en cuenta el sistema radicular, poco desarrollado y frágil, los retoños se plantan a una decena de centímetros de profundidad, sin atornillarse, ya que las raíces podrían dañarse.
La densidad de siembra influye considerablemente en la producción, principalmente en el número y tamaño de los frutos y en el número de hijuelos producidos por unidad de área. La densidad tiene influencia positiva en el número de frutos, pero negativa en el tamaño, por lo que se debe determinar de acuerdo con la finalidad del cultivo, ya que puede ser para producir fruta con destino al mercado de fruta fresca o para la agroindustria. La densidad se ve determinada también por la variedad sembrada, las características del terreno y las posibilidades de mecanización del cultivo. Existen varios sistemas para realizar la siembre: hileras sencillas, doble, triples y hasta múltiples pero la tendencia mundial es el uso de sencillas o dobles.
Diseminación de la piña desde su centro de origen.
La piña llegó a Europa en 1535 llevada a España por los navegantes y presentada como curiosidad en las cortes europeas, confitada o fresca. A finales del siglo XVII y principios del XVIII, hubo algunos intentos en Inglaterra y Francia de producción en invernadero con pocos resultados. La piña se introdujo en Hawai de forma tardía a finales del siglo XVIII, llegando a hacer de los Estados Unidos el principal proveedor de piña a principios del siglo XX. Las diferentes especies de piña son nativas de América del Sur, más concretamente, de un vasto cuadrilátero que abarca el Brasil, el norte de la Argentina y el Paraguay (cuencas fluviales del Paraná y el Paraguay). Esta zona no excluye una propagación más amplia de especies salvajes de piña, que podría llegar hasta Venezuela. El intercambio entre tribus de las frutas más interesantes para el consumo podría haber favorecido su progresiva difusión hacia la América peninsular y el Caribe.
El momento de su descubrimiento por el mundo occidental remonta a la segunda expedición de Cristóbal Colón a América, cuando desembarcó en una de las islas del Caribe. Su propagación se realizó al compás que portugueses y españoles abrían las grandes vías marítimas durante el siglo XVI. Su presencia ha sido confirmada en Santa Elena en 1505, en las Indias en 1545 y en Madagascar en 1548. Aparece en Asia a mitad del siglo XVI. A finales del siglo XVII, la piña estaba implantada en toda la zona tropical.
Los tipos de piña cultivados pertenecen al género Ananas que reagrupa varias especies, entre ellas Ananas comosus, que es la que se explota con fines comerciales.
Además de ser utilizadas como componente de la alimentación del ganado, las hojas de la piña pueden ser aprovechadas en la industria papelera e incluso en la confección de fibras.
Las frutas unidas aparecen en la parte exterior en forma de escamas espesas denominadas ojos.
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