La tecnología nos presenta no sólo un camino, sino una fórmula ante las demandas alimenticias: la de conocer la naturaleza y aprovecharla a nuestro favor. Es aquí donde la biotecnología se convierte en una posibilidad frente a nuestra necesidad alimentaria. Lo que nos corresponde es su observación y estudio para aprovecharle hacia el fin que necesitemos.
La industria de los biológicos nos propone un espacio de amplia recreación e innovación con resultados maravillosos que permiten la producción hacia un camino de eficiencia y sostenibilidad. Pero, primeramente, ¿qué la biotecnología?
Contexto científico e histórico
En un sentido amplio, la biotecnología puede definirse como la aplicación de organismos, componentes o sistemas biológicos para la obtención de bienes y servicios, como lo expone Enrique Lánez Pareja de la Universidad de Granada.
Es una ciencia multidisciplinaria que envuelve varias disciplinas y ciencias: biología, bioquímica, genética, virología, agronomía, ingeniería, física, química, medicina y veterinaria, entre otras.
En un concepto más estructural, el Convenio sobre la Diversidad Biológica indica que la biotecnología podría definirse como “toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos”. Sobre el concepto de biotecnología moderna, establecida en el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología, encontramos la aplicación de técnicas
in vitro de ácido nucleico (que incluye el ADN) recombinante así como la inyección directa de los mismos en células u orgánulos, e igualmente, la fusión celular (superando las barreras fisiológicas naturales).
La revolución verde
Una de las estructuras bases de la biotecnología es su aplicación en la agricultura, lo que en sus inicios se nombró como Revolución Verde. La FAO, en una de sus publicaciones, indica que esta revolución “dio origen a un extraordinario crecimiento de la productividad de los cultivos alimentarios en el mundo en desarrollo durante los últimos 40 años (Evenson y Gollin, 2003)”. (FAO, 2004)
Por su parte, Norman Bourlag, científico y premio Nobel, indica que la biotecnología ayudará a los países a obtener logros que por métodos agrícolas convencionales no podrían alcanzar: “La tecnología es más precisa y la agricultura se hace más rápida y eficiente”. El nobel presenta que la biotecnología ayuda a los agricultores a producir más en menos tierra.
Esteban Macías, director de Grupo U, nos comenta que “la importancia de los productos biológicos en este momento reside en lo que la gente busca, que son productos con una menor carga de químicos: consumidor pequeño demandando calidad”. El maestro en Producción Hortifrutícola por la Universidad de Almería (España), nos indica que los consumidores están conscientes de su salud, el impacto ambiental y la responsabilidad social, y por esto los productos biológicos han sido bienvenidos al asociarlos con un un bajo impacto ambiental y que no dejan residuos nocivos para la salud.
La industria de los biológicos en la agricultura tiene un escenario muy amplio de aplicaciones, algunas son:
“El uso de biológicos, antes que una demanda del consumidor o moda de consumo, comienza por el productor”, expresa el director del Grupo U. Para Esteban, todo se basa en una consigna por parte del productor, que es hacer las cosas bien: cuidar al ambiente, no perjudicar ni a proveedores ni a empleados, y a parte, se debe ganar en el proceso; es decir, una ética en la producción. “Lo que se ha hecho con los productos biológicos sobre todo esto es investigación para ver cómo convertirlos en soluciones para estas necesidades”, indica.
Los biológicos en México y su legislación
La industria en nuestro país encuentra dos grandes realidades. La primera es que tenemos una fuerte capacidad de crecimiento debido a que cumplimos con diversos elementos para lograrlo como capital humano, biodiversidad y costos de manufactura competitivos, no obstante; la segunda realidad es que la promoción y legislación, a pesar de ser de las más avanzadas en el mundo, no camina con la velocidad que debería hacerlo para cumplir con la demanda internacional.
En un diagnóstico del sector por parte de ProMéxico indica que “la industria de la biotecnología ha mostrado un fuerte crecimiento durante los últimos años y alcanzó un valor de 307 miles de millones de dólares (mmd) en 2015”. Del total, la mayor se concentra en la salud humana (49.1%), seguido por agricultura (18.6) y procesos industriales (16.5%). En su distribución respecto al desarrollo por establecimientos, Norteamérica es la zona de mayor concentración con un 42.5% mundial, seguida por Europa (32.9%%) y Asia-Pacífico (21.1%).
Existen alrededor de 9,500 investigadores donde México sobresale como uno de los proveedores más importantes para Estados Unidos.
“México es un productor nato, tenemos una gran vocación de productores de alimentos, con un reconocimiento internacional por su calidad. El uso de los biológicos es parte de este paquete de calidad en la producción, que no sólo cumple sino que supera las expectativas de normativa internacional”, nos plantea el director de Grupo U.
Macías puntualiza en que un gran reto para los biológicos en México es lograr un nivel de experiencia con una precisión integral: “requiere de una experiencia y conocimiento técnico con uso puntual de herramientas y analítica”, lo cual define como el “estado del arte de la producción”. Los agricultores necesitan una guía de mejor calidad, con más capacitación, respecto al tema.
En tema legislativo, las pautas internacionales comienzan por comités expertos como la FAO, o la OMS. Como se mencionó, en México existe un marco regulatorio con importantes disposiciones en bioseguridad y propiedad intelectual. Esteban Macías indica que el tema es crucial porque la producción profesional actual debe usar productos que estén primeramente registrados en el país ante la autoridad, y que a parte tenga su certificado que lo avale como producción orgánica: “lo que se debe procurar es una adaptación entre las distintas normatividades donde las autoridades regulatorias mexicanas deben atender de forma igualitaria las regiones, por ejemplo, entre Europa y Estados Unidos. Se necesita una normativa en el justo centro que permita sumar fuerza a nuestra posición internacional”.
Macías comenta que nuestros marcos legales no alcanzan a comprender (por la velocidad de con que avanza la tecnología) que existen diferentes formas de acción y productos, por lo cual, deben de evolucionar en sus mecanismos: “Un ejemplo es el fast track en EE.UU., un formato que pueda aportar resoluciones de forma veloz, mecanismos que nosotros debemos adoptar”, sentencia.
Aspecto comercial
Esteban, también maestro en Innovación Aplicada, por el Instituto Tecnológico de Celaya, (México), plantea que la innovación es la clave para cualquier industria, especialmente para la agroalimentaria, debido al reto que se tiene enfrente.
Indica que la ventaja competitiva de la industria de los biológicos, ante su reciente uso, tiene su base en la especialización: para las empresas que los ofrecen se basa en captar la atención, “esto se hace con investigación seria, análisis cuantitativo con una metodología que avale la funcionalidad del producto, y su publicación en medios especializados”.
Por su parte, comenta que para los productores la ventaja radicará en la exigencia, ser críticos, solicitar evidencia: “el productor debe aprender a exigir información de calidad que respalde la funcionalidad de los productos que le ofrecen. Asimismo, debe estudiar sobre el tema y aprovechar la oferta de información con acceso universal”.
Finalmente expone que al consumidor hay que darle difusión para evitar amarillismo e información imprecisa o mal manejada.
La industria de biológicos es considerada como una de las tecnologías del futuro, conveniente para próximas décadas. Su tasa de crecimiento ha sido exponencial durante los últimos años gracias a su potencial ante los problemas actuales de producción agroalimentaria. No obstante lo anterior, en México es una actividad “reciente” donde se necesita de más trabajo: trabajo en investigación, en desarrollo, en la comercialización y en la legislación, para su expansión y diversificación.
México tiene todos los elementos que aportan las ventajas competitivas adecuadas para el desarrollo de esta actividad a nivel internacional, lo que nos toca es aprovecharlos.
Fuente: http://www.agroalimentando.com
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